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La Columna de Scotta

Cuando estés confundido mirá a tu enemigo

Nombre: Scotta

martes, mayo 09, 2006

Gente más al pedo que uno

Desde hace 2 años, casi todos los días de mi vida me encargo de leer una por una las Cartas de Lectores del Diario La Nación. Y debo confesar que me encanta. Son fascinantes e inquietantes a la vez. En una misma carta uno puede, tanto reírse como tener miedo. Hay de toda clase. En su gran mayoría son reaccionarias (con enormes atisbos de ignorancia), ya sea de tipo ¨republicanas¨, las sospechosamente clericales y las sexualmente superpobladas de pacaterías. Las reaccionarias dan más para el miedo; pero también dan, un poco, para la risa. Además revelan, parcialmente, las estructuras mentales de sus más fieles lectores, así como también de una porción interesante de la sociedad. Por otro lado están las cartas que yo denomino (sin intenciones acá de ser un subastador de categorías) las cartas al pedo. Como son cartas al pedo, obviamente, están escritas por gente muy al pedo. Si uno las observa atentamente, no es casualidad que los DNI de la mayoría de los creativos de las cartas al pedo pertenecen a números jubilatarios. Las cartas al pedo dan mucha risa y como el humor es sano, acá les vengo a presentar una del corriente día que superó, tanto mis niveles de risa como los niveles de alpedismo socialmente aceptados. Espero que la disfruten tanto como la disfrutó este humilde servidor......al pedo


Nombres completos

Señor Director:

"He notado que casi todos los diarios se refieren al presidente de Uruguay como Tabaré y al de Brasil como Lula. Además de ser esto una gran falta de respeto (pues creo que nadie se animaría a referirse periodísticamente al presidente Bush como George), es una muestra más de cómo van cayendo en desuso los apellidos y aun los nombres completos.

"Así, cuando un oyente llama telefónicamente a algún programa de radio, se identifica a sí mismo como «Carlos de Núñez» o «María de Palermo», y las adolescentes son «Lu» o «Pau», en lugar de Lucía o Paula. ¿Estaremos volviendo a la época previa a la aparición de los apellidos, cuando las personas eran identificadas por su oficio o su lugar de procedencia? ¿Estaremos perdiendo algo de nuestra propia identidad al avergonzarnos de mencionar públicamente nuestro apellido o considerar demasiado extenso nuestro nombre? Como contrapartida, y esto sí que es curioso, también se va generalizando la costumbre de mencionar primero el apellido y luego el nombre. De tal manera, si a un alumno se le pregunta cómo se llama, probablemente diga: «Pérez, Juan», en lugar de "Juan Pérez", y quizás esto sea el resultado de que cada vez son más los listados (ordenados alfabéticamente) en que nos vemos incluidos, aun en contra de nuestra propia voluntad. ¿Llegaremos dentro de poco a ser identificados sólo por un número?"

María Cabrera de Gariboldi
DNI 6.152.680

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