Ni el Tiro del Final

Si hubo un asesinato que cambió la historia irreversiblemente, ese fue, el caso del Archiduque Francisco Fernando de Austria, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo. Eric Hobsbawm dice en Naciones y Nacionalismo desde 1780 que los conflictos europeos interétnicos en la ex-CCCP y la ex-Yugoslavia, son, en definitiva, el producto de problemas irresueltos surgidos durante la Primera Guerran Mundial. Pero no vengo acá a detallar esos problemas, ni contar el por qué de ese asesinato. Se trata de contar la historia de un ignoto perdedor. El que no trascendió, el que no tuvo historia.

En la mañana del 28 de junio, la comitiva imperial habsbúrguica se dirigió en tren hacia Sarajevo. A las 10 de la mañana a la pareja imperial les esperaba una recepción organizada por el Ayuntamiento y algunos actos más, como el de inaugurar un museo en la ciudad. Luego, al mediodía irían a almozar con el General Potoirek(Jefe del Ayuntamiento), en su residencia y finalmente partirían de regreso. La multitud esperaba a lo largo del camino para saludar a los archiduques. Apostados entre el pueblo, había 7 serbo-bosnios integrantes de un grupo paramilitar llamado Mano Negra. El primero de ellos era Mehmedbasic, y unos metros más allá estaba Cabrinovic. Al acercarse el auto con la pareja imperial, Mehmedbasic no actuó, pero en los metros siguientes, estaba Nedeljko Cabrinovic, quien lanzó su bomba hacia el vehículo. La bomba rebotó en el brazo del Archiduque y estalló entonces en el suelo, hiriendo a más de 10 personas. No se logró el objetivo de terminar con la vida del heredero de la corona austrohúngara. Cabrinovic fracasó, y entonces mientras decide huir tirandose al río Miljacka y tomando cianuro y terminar, evidentemente así con su vida. Pero vaya fortuna la del pobre Cabrinovic, el cianuro ingerido no fue suficiente como para hacer efecto y el Miljacka no estaba del todo profundo ese día, con lo cual terminó siendo detenido. Lo sentenciaron a 15 años de prisión pero murió en 1916 de tuberculosis. Así mueren los que nadie recuerda. Sin el heroísmo que él hubiese querido tener.